domingo, mayo 30, 2010

El regreso y reflexiones superficiales de un año que pasa

He de confesar que el distanciamiento de este blog me ha traído, como siempre que uno mira hacia el pasado, una nostalgia insuperable. Es por eso que escribo. No tengo nada importante que decir, sólo la intención de narrar un mediocre esbozo de mi vida desde hace un año y unos cuantos días.

El tercer semestre y el cuarto pasaron llenos de emociones extremas, hice una nueva mejor amiga Laura, ella ha sido desde entonces como otra madre para mí, tanto por su acogida económica como apoyo moral, mi mejor amiga de la U, Valeria, partió para la Universidad Nacional de Colombia; eso favoreció que nuestra amistad se consolidara.

Atravesé por periodos de ilusión amorosa y posterior desilusión, siempre tengo la suerte de darme cuenta del verdadero cariz del asunto (o de simplemente desilusionarme) antes de embalarme con algo que hubiera sido una real metida de patas, casos memorables el de Gabo el año pasado y el de Andrés en este año.

Este año también cumplí la mayoría de edad, lo que implica necesariamente que me cae todo el rigor del código civil a mis espaldas y que si pude hacer alguna travesura grave, ya no puedo. Pero no es malo del todo, nunca he sido pícaro o travieso, puedo representarme a mí mismo legalmente, puedo firmar sin acudiente (¡ja! ya no tengo que hacer que mi mamá me firme papeles de la U) y también ir de night life. Algo realmente importante porque siempre creí que al cumplir 18 me iba a morir o algo así.

Confieso que me he vuelto más nervioso y paranoico, detesto el movimiento lateral de los buses, siempre imagino que se va a volcar, si un carro va muy rápido creo que se estrellará, estoy por empezar a creer que soy esquizofrénico o tengo tendencias patológicamente paranoides que terminarán por llevarme al suicidio algún día.

Sé que se me escapan cosas importantes, eructos mentales y que me queda una vida para escribir y dedicarme más a mí mismo, siento que la vida se escurre rápidamente entre mis dedos y es necesario buscar la manera de repartirme mejor en todo, siento que he crecido y soy algo más maduro, siento que soy más lo que siempre he querido ser pero que aún va en obra gris e iré con la cara en alto para ver qué me depara el futuro. Por ahora, iré a comer.

martes, mayo 26, 2009

Vuelo


Al mirar el horizonte sentí de nuevo el deseo febril de volar
Al mirar el horizonte pude sentir el calor de la radiación solar en mis alas
Al mirar el horizonte dejé escapar mis más recónditos deseos
Al mirar el horizonte respiré el aire alisio que añoraba desde ya centurias atrás
Un día miré el horizonte con la altivez que me otorgaba el frescor de la mañana
Un día miré el horizonte con la esperanza de un despertar a la vida y al aroma de la tierra
Un día miré el horizonte con la soberbia que se genera en el poder observar desde las nubes
Un día miré el horizonte con nostalgia por los días de la abundancia y el equilibrio natural
Y al mirarte... sonreí

martes, enero 20, 2009

Garabatos en la frente



Todo mi cuerpo se podía medir en escalas de magnitudes astronómicas, desde el infierno de mis valles faciales hasta la compulsiva agitación de mi mandíbula inferior, podía vislumbrarse desde Calcuta mi tez rubicunda así como aquellos luceros que dirigían una mirada radiográfica hacia mi ser. Prístino como las árticas aguas el mensaje está, ahora sólo veo su mirada llena de selva tropical que me escrutina nuevamente mientras un mensaje se extravía entre su lengua y sus dientes, π radianes hacia izquierda y vuelvo a ser Europa que pese a su capa de hielo es una caja de Pandora de la vida.

Milenios, centurias, lustros y años resumidos en dos ciclos de la bóveda celeste pasando por mi cabeza y mis sueños, el inicio de un periodo de madrugones y escritos académicos bajo la mirada vigilante de la luna adormecida y el sol expectante, nuevos conocimientos pasaron, una melodía exquisita y la atemporalidad volvió al mundo en forma de un escaneo visual de mi príncipe de mármol y fuego, sólo pude regocijarme en ese momento del tiempo no tiempo donde en mi cerebro, entrañas y corazón se empezaba a gestar el odio, el amor, el deseo, la tristeza que hicieron de mi ser su remanso hasta hoy donde parí todas mis emociones por los ojos.

viernes, enero 09, 2009

Chapitre I - Partie III


"¿Quién ató tus manos, ató el deseo?

¿Quién mató tu risa, mató tu dios?

¿Quién sangró tus labios y tu credo?

¿Por qué lo permitiste Ángel de amor?"

Ángel de amor - Maná


El rostro de un adolescente de abundante cabellera negra y amables ojos verdes apareció en su campo visual de repente, era ya media tarde, había pasado la noche y el día ensimismado y sin pensar nada, le dolía la parte antaño herida de su abdomen y estaba cansado pero ya era hora de saber lo que pasaba.

- Mucho gusto, me llamo Daniel y soy tu hado – dijo amablemente el muchacho sentado en frente suyo – Lo sé, es una denominación rara, pero así es como nos llaman a los que preparamos a los chicos del negocio.

- ¿Qué negocio? ¿Qué van a hacer conmigo? ¿POR QUÉ ESTOY AQUÍ? – dijo Gabriel enérgicamente y con rabia – ¡Me quiero ir a mi casa ya!

- ¿No te contrataron entonces? – Preguntó atónitamente Daniel – Bueno, eso pasa a veces, como conmigo. Pero no te sulfures que uno se acostumbra

- Exactamente, ¿qué es todo esto? ¡RESPONDE! – exclamó groseramente Gabriel – No sé ni qué hago acá y quiero ir a casa.

- Bueno… pues no sé cómo empezar –balbuceó Daniel – Pero tienes derecho a saberlo

Acto seguido Daniel le habló del negocio de Carlos y Mariana, eran proxenetas, manejaban la red de trata de personas más grande de Latinoamérica con la cual adquirían mucho dinero, trataban de reclutar gente nueva todos los días sin importar sexo, edad, origen o costumbres culturales, sólo querían más dinero. Acto seguido empezó a comentarle que la casa donde se encontraban en ese momento no era un sitio cualquiera, era el hogar de los jóvenes más hermosos en las manos de Carlos y Mariana, bellezas potentes que se entregaban al mejor postor entre personas de la más alta alcurnia internacional para proporcionarles unos momentos de placer.

- He visto muchas celebridades de las películas por acá – contaba con emoción Daniel – por ejemplo Dylan Culham, el de las películas esas del mago adolescente que tiene aventuras. Podrá tener toda la plata del mundo pero sólo viene acá unos días al año y pasa la noche con una persona distinta, no le importa si es niño o niña.

Daniel era un muchacho muy pendiente de lo que pasaba a su alrededor, le contó bastantes cosas acerca de la manera de reclutar gente de la red; iban a sitios con una paupérrima calidad de vida y ofrecían estrambóticas sumas de dinero a los padres del muchacho o la muchacha para poder llevárselos para siempre bajo excusa de un intercambio estudiantil, después de ello, simplemente inducían a aquel joven a la prostitución y lo ubicaban en alguna de las “casas madres” de la red según su nivel educativo, su belleza física y su edad, donde limitaban su comunicación con el mundo exterior y sólo podían servir para el propósito que les había sido encomendado. Cuando ya alguien pasaba cierto tiempo dentro de la red (casi siempre unos tres años), lo liberaban si así lo pedía.

- Lo que me parece triste es que nadie después de haber sido liberado se vuelve a comunicar con nadie, – repuso Daniel un tanto apenado – mi mejor amigo salió libre hace unos meses y no ha cumplido su promesa de llamarme a saber de mí.

Unos golpes se oyeron en la puerta de la habitación mientras una voz decía cansinamente el nombre del lugar al cual tenía que ir Gabriel, era tarde para los dos, por lo cual Daniel hizo el esfuerzo de alistar a Gabriel para su ceremonia inaugural en unos pocos minutos.


- Es simplemente hermoso… ¿De dónde lo habéis sacado?

- Tiene que ser europeo… De Rusia tal vez

- El catálogo de este año está mejor que nunca… ¡Qué buen gusto Charlie!

El mar de comentarios que llegaron a los oídos de Gabriel le hicieron pensar inmediatamente en un centro de convenciones abarrotado de gente, sólo que el recorrido entre la casa madre donde se hallaba y este lugar era inusualmente corto, así que no podía ser nada conocido. Una vez la venda que cubría sus ojos fue retirada de su cabeza por un hombre con esmoquin. Gabriel se pudo dar cuenta que estaba dentro de la casa de reuniones más lujosa que había visto hasta ese entonces, lleno de personas que por su indumentaria denotaban un alto estatus económico y un montón de empleados que tenían preparado el exquisito sitio lleno de motivos de arte contemporáneo para un evento que parecía magnánimo.

Para Gabriel no existían ni el sonido ni las personas, sólo miraba embelesado a su alrededor la exquisita decoración de arte mixto de todas las épocas y lugares, se perdía entre su mente tratando de idear el camino o la fabricación de cada pieza, cada ornamento, cada fragmento de cristal pulido que sus ojos veían, mientras las personas que iban al lado eran simplemente masas calurosas en movimiento. Sólo podía maravillarse ante tanta opulencia y contrastarla con la casi miseria en la que vivía en su anterior hogar, ya comprendía por qué los muchachos se quedaban en el negocio de Carlos y Mariana, todo eso era de ellos.

El salón principal, la tarima, los empleados, la decoración, las personas, Carlos, una hombre blanco, una mujer morena, un hombre oriental, un hombre negro, un joven, ese mismo joven yéndose con el hombre negro, el cielo, él…

- ¡VENDIDO! – exclamó Carlos eufóricamente mientras recibía una suma de 522.500 dólares por Gabriel – que pase por favor el señor Plantagenet a reclamar su premio. De verdad una puja bastante reñida por nuestro nuevo y flamante doncel… ¡El que sigue!

Esa noche, Gabriel entendió realmente el significado de lo que estaba sucediendo, nunca había reflexionado mucho al respecto, pensaba que pese a lo inmoral que pudiese parecer detrás de eso no se violaba ninguna libertad ajena y que se estaba prestando un servicio, de tal manera que para su ética muy cortada por el derecho, no había nada de malo, sin embargo no era algo que él se viera haciendo… hasta ahora. El quiebre conceptual que produjo la noche que pasó con aquel francés descendiente de linaje real desahogaba su fogosidad con su ser no fue algo mínimo, algo en la mente de Gabriel empezó a considerar que esa era una oportunidad de oro para poder conseguir sus sueños materiales y que se aferraría desesperadamente a ella mientras pudiera.

Después de esa noche, la luz.

lunes, diciembre 08, 2008

Chapitre I - Partie II


"La nena es un uno con ceros a partir de hoy.

La nena ya no arruga los ojos, no ha visto la luz.

En la sucursal del infierno no existen ventanas.

Su suerte cotiza en billetes de otro país.

Su vida es un trueque vulgar parecido a la muerte

La nena no va a ir esta tarde a su clase de inglés."

Ricardo Arjona - La nena


Sentado en el piso, después de meditar por un buen tiempo acerca de lo acontecido, observó detenidamente el recinto en el que se hallaba. Era un lugar definitivamente lujoso: piso de madera alemana, cornisas de yeso con motivos griegos, techo con estuco veneciano, paredes blancas con imágenes en relieve, el espejo ornamentado con bordes dorados. ¿Será que estoy muerto? – Se preguntó Gabriel mientras seguía observando. – Tanto lujo reunido no es algo que yo vería en vida. Abrió la cortina y echó un vistazo hacia el exterior… ¡Oh sorpresa! ¡Estaba viendo la esquina de la carrera cuarta con calle setenta y dos! Eso era un signo inequívoco de que seguía vivo. En ese preciso instante despertó de su sutil atontamiento. Se miró el abdomen, tenía una herida de puñal a medio cicatrizar, quiso encontrar sus objetos personales y su ropa sin éxito alguno (tenía puesta una bata como de enfermo) y finalmente se dirigió con rapidez la puerta de la habitación que parecía no tener fin.

- Es usted un verdadero cazador de talentos – dijo Mariana – carne de esa calidad no se consigue todos los días. ¿Qué edad cree que tenga?

- Tiene diecisiete años, eso dice en su documento de identidad – respondió Carlos con vehemencia – es un pobretón sin futuro de esos de la plebe con los que fácilmente se cuenta para estas cosas, tiene una belleza exquisitamente rara, es demasiado bello para desperdiciarlo. Le agradezco por el cumplido, la verdad fue una fortuna para el negocio haberlo encontrado de la nada, sobre todo en medio del escape de Jan que era una de las mercancías más solicitadas.

- Eso es un signo de que Dios nos ha vuelto a sonreír – aseguró Mariana con una sonrisa en su rostro – los nuevos clientes quedarán satisfechos de tener carne fresca, pero me inquietan un poco los padres del chico ese…

- No se preocupe mi señora – dijo Carlos con sorna – ya le he largado unos millones al padre, en cuanto a la madre ha tocado dejarla tomando el descanso, casi atrapan a mis hombres.

- Lo que toca hacer, toca hacerlo así parezca muy drástico – dijo Mariana con una mirada lunática – Dios nos ha bendecido mucho con este negocio como para dejarlo caer.

- Totalmente de acuerdo Mary – asintió Carlos – mientras tanto propongo un brindis por el dinero. ¡Por el dinero!

Mientras Mariana y Carlos brindaban por tener carne fresca para su negocio, tras la puerta Gabriel se sintió morir, habían traficado con él miserablemente y habían asesinado a su madre, sabía que esa clase de gente no lo querría precisamente para que les barriera el cuarto y menos si hablaban de un negocio, dejó escapar las lágrimas que le ahogaban por dentro mientras recordaba a la única persona que había querido realmente en su vida. De repente, en medio de su dolor, sintió que una fuerza descomunal tiraba de él mientras escuchaba la conversación.  JEFEEE – gritó el hombre – ya despertó el mocoso. Carlos abrió la puerta y observó al muchacho forcejeando por librarse de los potentes brazos del macancán.

- Hola preciosura, – dijo Carlos con una mirada examinadora – ¿cómo te llamas?

- Usted ya sabe desgraciado – dijo Gabriel con la voz entrecortada por las lágrimas – déjeme ir más bien.

- Bueno Gabriel, ¿qué alcanzaste a oír? – preguntó Carlos con seriedad –  ¿Qué entendiste?

- Usted mató a mi mamá hijueputa – vociferó Gabriel con toda la ira de la que pudo hacer acopio – me quitó a mi familia, ¿qué quiere hacer conmigo?

- Verás niñito – dijo Carlos con una gran sonrisa envenenada – tu padre me dio plenos derechos sobre ti, firmó unos papeles, me dijo que podía hacer lo que yo quisiera contigo, en cuanto a tu madre… fue lamentable lo que sucedió, se puso un tanto rebelde, así que tuve que tomar medidas.

-MALDITOOOO, OJALÁ SE MUERA EN EL INFIERNO – gritó Gabriel con todas sus fuerzas – MÁTEME TAMBIÉN ENTONCES… ¡HÁGALO AHORA!

- No querido – respondió Mariana que se hallaba de pie en el umbral de la puerta – tenemos un mejor plan para ti, conocerás gente, conocerás el mundo y además podrás vivir con lujo, ¿no te alegra?

- Pues no sé de qué me habla perra malparida – murmuró sonoramente Gabriel – yo lo quiero es irme de acá.

Mariana y Carlos se burlaron de la desesperación del pelirrojo, cruzaron unas frases en el salón donde se hallaban conversando hacía unos momentos, después de eso volvieron a salir del salón hacia el rellano donde se hallaban Gabriel y el guardaespaldas de Carlos. Miguel, lleva a este mocoso al chalet, mañana lo llevarás donde los hados y diles que lo traten con cuidado, que es un encargo especial de los grandes – ordenó con exacerbado dramatismo Mariana – y cuidado con tocarle un pelo o tendré que usar a mi viejas amigas Taurus y Smith & Wesson.

- Como ordene mi señora – respondió Miguel con socarronería mientras asía al joven de un brazo – llegará sano y salvo.

Gabriel estaba completamente trastornado, el día en que por fin pudo respirar la libertad se había convertido en el inicio de su cautividad. Tan trastornado estaba que no vio cuando el carro arrancó, se dirigió hacia el norte y aparcó en un lugar oculto del lujoso barrio Chicó. Tan trastornado estaba que no creyó real la violación de la que fue víctima y Miguel, el guardaespaldas, el victimario. Tan ensimismado estaba que no puso atención a los detalles de la suntuosa casa a la que le llevaban en los Altos de Yerbabuena. Solo vio que aquel cruento guardaespaldas se dirigía a unos jóvenes tan bellos en apariencia como faltos de espíritu, sólo vio que lo dirigían a una habitación iluminadísima, diseñada con lujo y con comodidades.

Ni siquiera la luz de un millón de soles o el sonido de todos los coristas del mundo podrían ocultar el silencio y la oscuridad que reinaban en el interior de Gabriel, que terminó durmiendo vestido y con los ojos abiertos a la espera de un regocijo que nunca llegó.

domingo, diciembre 07, 2008

Chapitre I - Partie I

Negro... Amarillo... Negro... Amarillo... Negro... Lámpara... Negro... Blanco... Gris… Cuadro… Mesa… Cama... Armario… Ventana… Alféizar… Foto… Artículos… Yo… ¿Dónde diablos estoy?

Al despertar sobre un mullido colchón, sábanas de seda y cobijas térmicas, Él se dio cuenta que no era su hogar donde ahora se hallaba. Al tratar de levantarse sintió un agudo dolor en el abdomen, no estaba muerto, trató de ponerse en pie pero sus piernas no respondían adecuadamente, sentía una molestia en la cabeza pero no sabía exactamente qué. Después de un lapso que le pareció eterno se pudo dirigir al espejo anclado en la pared. ¿Quién eres tú guapetón? – Dijo Él en voz alta – Tu rostro me es familiar… Giró una y otra vez frente al espejo todavía aletargado por el sueño mientras seguía mirando la figura que aparecía en el pedazo de cristal bien pulido de la pared.  De repente, otro agudo dolor lo aquejó, esta vez no era en el abdomen. Era en su mente.

Era un día nublado de Diciembre, ya había recibido su título, había sido reconocido como el mejor de aquel colegio de Ciudad Bolívar y sobre todo había logrado lo que muy pocos en ese lugar: entrar a una universidad. Unos decían que era por ser medio extranjero, otros decían que era por su apariencia, otros decían que era un genio, comentarios que a Gabriel poco o nada importaban, lo único que creía era que lo merecía, para celebrar dicho suceso creyó adecuado tomar un breve paseo por la ciudad. Peinó cuidadosamente su larga y atractiva cabellera roja, se lavó los dientes y la cara, se afeitó, se echó desodorante, colonia, bálsamo para los labios, contó el dinero que había ahorrado y se puso la ropa que le regaló hace un tiempo uno de sus amantes.

Salió de su casa con afán, con esa apariencia seguro que le tomarían por uno de esos niños gomelos y se podría meter en un problema. Tomó el bus que le llevaría a su destino, se acomodó en la última fila, le compró un lirio rojo a una mujer que se subió a vender flores y lo acomodó en su cabello, finalmente se quedó dormido. Al llegar al lugar indicado se bajó del bus y cruzó la calle, vio una cafetería y tomó una tisana de Mentha spicata como a él le gustaba decir. Esperó por unas dos horas mientras se retorcían en su mente los recuerdos de sus compañeros de estudio, sus amantes, sus vecinos y su familia, en el justo instante en que empezó a pensar en su familia se le hizo que su agua aromática se tornaba amarga.

Carrera segunda con calle setenta y dos, rezaba una placa que vio colgada en una esquina, allí se divirtió un poco en medio de la vegetación reforestada de aquel opulento barrio radicalmente opuesto al ambiente que reinaba en su barrio al sur de la ciudad. Le encantaba jugar solo y perseguir aves, tirarse al pasto, reírse como un loco de nada… la vida lo había enseñado a que él mismo era la mejor compañía que podía tener. Después de un rato de tranquilidad resolvió ir a pasear al Centro, ir a comer un helado, ver de pronto una película y llegar justo a tiempo para que su padre no lo reprendiera por andar muy tarde en las calles. Se encaminó por la calle setenta y dos hacia el occidente para tomar el transporte que va al centro de la ciudad, escuchó unos ruidos estruendosos unas calles al norte pero no hizo caso, simplemente siguió caminando, vio cruzar a toda velocidad unos carros lujosísimos por la carrera cuarta y en ese preciso instante vio que un hombre lo señalaba y lo tomaba fuertemente entre sus brazos. El pánico se manifestó encalambrando sus músculos dorsales mientras el hombre que lo sujetaba ahora huía de su campo visual, se sentía muy débil por alguna razón y no tardó en darse cuenta que esa sensación de ingravidez estaba relacionada con la mancha escarlata que se extendía desde su costosa camiseta blanca hasta una alcantarilla situada a un metro de él. Sintió sueño.

En ese momento, Gabriel dejó de mirar el espejo.

jueves, diciembre 04, 2008

Tomar un té conmigo mismo

Empiezo hoy el día madrugándole a mis deberes, por una extraña confusión llegué 7 horas antes de mi exámen final a la universidad, en eso y en otra cosa secretica me parezco a Dumbledore; somos especialistas en envolvernos en coincidencias curiosas.

Empiezo también mi día con algo de inanición, no desayuné mucho, simplemente vine como un zombie a demostrar mi escaso conocimiento en el vasto mundo de los animales invertebrados. En estos momentos no pienso mucho, pero tengo que hacerlo.

Sin embargo a pesar del día tan rutinario y tan aburrido ha surgido en mí una emoción incontenible, un ímpetu que hace mucho tiempo no sentía, desde hace rato que no plasmo en letras mis pensamientos, mis divagaciones, mis locuras, mis sueños y mis desilusiones. Desde hace varios días que he necesitado hacerlo, tal vez en medio de una crisis de mi secretísimo trastorno obsesivo-compulsivo sentí esa urgencia, lo único que espero es que las palabras de este pésimo escritor le lleguen a alguien como le llegaría un mensaje en una botella a una doncella en la playa.

Mientras tanto, me iré a tomar un té